Hola Chicos y chicas:
Les informo que a partir de hoy las
asignaciones de Prácticas del Lenguaje las recibirán los días martes.
En esta ocasión comenzamos a trabajar
el cuento de Gustavo Roldán “Animal de pelo fino”. No lo pierdan de vista porque las actividades que siguen
estarán relacionadas con este cuento.
Les recuerdo que; en la medida de
sus posibilidades, estas actividades deben estar plasmadas en la carpeta ya sea
de manera escrita o impresa.
Les envío un abrazo a cada uno y
cada una.
Elizabet.
Leé el siguiente cuento.
Por aquellos tiempos el que pisaba fuerte en el monte era el
tapir. Hacía retumbar el suelo con sus trotes, y los otros animales, o le
decían a todo que sí o tenían que irse muy lejos.
Y sucedió que don tapir quiso casar a su hija, pero, eso sí,
nada de bichos de medio pelo. Tenía que ser algo muy especial.
La tapircita estaba de acuerdo, ¡pero no había candidato que le
viniera bien!
—¡Ay no! –decía–. Ese tiene el pelo muy áspero.
—¡Ay no! Este tiene el pelo muy largo...
—¡Ay no! Aquel tiene el pelo muy corto...
—¡Ay no, ay no, ay no!
Para terminar con la historia, y para que su hija pudiera
elegir mejor, el tapir ordenó que desfilaran todos los animales peludos de mil
leguas a la redonda.
—Lo que me gustaría –había dicho la tapircita– es un novio que
tenga en la cabeza un penacho muy blanco, que tenga en el lomo dibujos
cuadraditos de todos los colores, que tenga la cola más larga del mundo y que
tenga y que tenga y que tenga...
Cuando llegó el día del concurso, los candidatos hicieron una
larguísima fila y pasaron y pasaron. Uno tras otro fueron pasando haciéndose la
propaganda.
—Yo soy el tigre, y si no tengo cuadraditos, tengo unas manchas
que me hacen casi invisible en la selva. Y los colmillos más filosos.
—¡Ay, no! ¡Qué bicho más manchado! –dijo la tapircita.
—Yo soy el oso hormiguero, tengo una larga tira blanca en el
lomo y las uñas más largas y más fuertes.
—¡Ay, no! ¡Qué bicho más uñudo!
—Yo soy el conejo, y tengo las orejas más largas y el pelo más
suave, y sé saltar como ninguno.
—¡Ay, no! ¡Qué bicho más orejudo!
Y así seguían desfilando y desfilando, y sólo se escuchaba un
“¡Ay no, ay no y ay no!”.
El sapo, que estaba mirando todo, puso cara de “yo no tengo
nada que ver” y se fue para otro lado.
Y pasaron y pasaron. Los unos y los otros.
También quiso pasar don araña pollito, que sostenía que él era
un animal peludo. Casi se arma una pelea, pero al final entendió que la cosa
era entre mamíferos y que él tenía demasiadas patas.
El ambiente en el monte ya se estaba poniendo medio espeso
cuando a la tapircita se le pusieron los ojos del tamaño de un girasol.
En medio de los murmullos asombrados del monte llegó el
esperado príncipe azul.
—Yo soy el opas –dijo.
Todos miraron con sorpresa a ese animal desconocido.
Tenía cuadraditos en el lomo con los colores más hermosos, un
penacho en la cabeza tan blanco y tan suave que parecían las plumas de una
garza. Y la cola... una cola tan larga como siete colas de zorro.
—¡Ay sí! –dijo la tapircita.
No había nada más que decir. Don tapir decidió que esa misma
noche se hiciera la fiesta.
Pero fue una mala noche para la hija del tapir, porque el opas
la dejó compuesta y sin visita.
Y mientras el tapir zapateaba de rabia y lo hacía buscar por todo
el monte, el río llevaba flotando hacia quién sabe dónde un manojo de plumas de
garza, unos misteriosos pedacitos de pieles pintadas y siete colas de zorro
atadas en ristra.
Mientras tanto, el sapo se reía bajito, debajo de un yuyo, y
murmuraba:
—Ja, si sabrá de pelos finos este sapo.
FIN
Gustavo Roldán, “Animal de pelo
fino”, en: El carnaval de los sapos,
Buenos Aires, Sudamericana, 2005
1. En la narración aparece un personaje; el opas, quien se burla del tapir y su hija.
Mirá del derecho y del revés el
nombre de este personaje.
OPAS
. Menciona tres animales de la selva con sus nombres al revés:
a-
b-
c-
2. Busca en el relato la parte en que la
tapircita describe a su príncipe soñado y aquella en que se describe al opas y
completa la tabla.
Principe
soñado
|
disfraz
del OPAS
|
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