Los sufijos son partes que se agregan al final de una palabra para formar otras. Por ejemplo: –ero sirve, entre otras cosas, para nombrar a las personas que se ocupan de algo:
Persona que se ocupa de vender carne. CARNICERO
Persona que se ocupa de vender golosinas. KIOSQUERO
Persona que se ocupa de contar cuentos. CUENTERO
Completa la tabla con al menos dos oficios y profesiones.
ISTA |
MAQUINISTA,
|
ENTE |
GERENTE,
|
OR/A |
CONTADOR, |
Para señalar que algo es de tamaño pequeño se puede agregar cito/a o ito/a en las palabras.
El problema de Eulalia
Eulalia siempre perdía sus lentes de aumento. Y ese era un gran problema porque,
corta de vista como era, veía todo chiquito.
Cuando iba a los corrales, se daba cuenta de que en vez de ovejas tenía ovejitas. Ahora tenía que ordeñar vacas y recoger huevos de sus gallinas ponedoras. El jardín era un jardincito con flores y el balcón donde se sentaba a tomar mate un balconcito. Hasta el loro Pancracio que tenía fama de musculoso estaba hecho un loro esquelético. Esto de perder los lentes era un verdadero problema.
Lee Doña Clementina la achicadora. DOÑA CLEMENTINA
El diminutivo, como en los siguientes casos: indica tamaño pequeño.
“Doña Clementina la achicadora” utiliza muchos diminutivos algunos te ayudarán a completar la tabla.
PALABRA |
DIMINUTIVO |
GATO |
GATITO |
QUERIDA |
|
HIJO |
|
FRASCO |
|
PEZ |
|
SILLA |
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MAÍZ |
|
BRAZO |
|
TAZA |
|
AMIGA |
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MAMÁ |
|
En nuestro país, cuando se agregan diminutivos a los nombres propios de personas o mascotas aportan un matiz afectivo: Oscarcito,Gonzalito,Coquita,Robertito,Lorenita,etcétera.
Mi bulldog es un buen perrito.
Voy al parque con mi abuelito.
Aumentativos:
–ota, –ote, –azo, –aza. Suelen ser muy frecuentes en el uso cotidiano
sobre todo como un recurso de humor.
Para esa tarea, podríamos imaginar; por ejemplo, una “máquina de aumentar”
u otras formas que también inviten a un juego:
DOÑA CLEMENTINA QUERIDOTA, LA AGRANDADORA
-trozote-gatazo-grandote-
Y ahí nomás vino la primera ampliación. El gordo, peludo y fortachón Polidoro empezó
a agrandarse y agrandarse hasta volverse casi una pelota, del mismo tamaño que cada uno de los de hígado que había colocado doña Clementina en el plato de lata.
El pobre , bastante angustiado, erizaba los pelos del lomo y corría de un lado al otro, dando vueltas alrededor del plato, más que una cucaracha pero, sin embargo,peludo y perfectamente reconocible. Era Polidoro, de eso no cabía duda, pero muchísimo más grande.
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